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domingo, 19 de noviembre de 2017

La flor del Ceibo



Anahí era una joven princesa de melodiosa voz. Amaba tanto a su pueblo, que le fascinaba deleitarlos con sus cantos a la naturaleza.
Vivía a las orillas del Río Paraná, territorio que fue conquistado por los españoles,  y como cualquier campaña de conquista, no fue pacífica precisamente, sino más bien violenta.
Masacraron entera a su comunidad, y a quiénes sobrevivieron los esclavizaron, por supuesto Anahí no fue la excepción y la llevaron a unas especies de celdas donde tenían a los esclavos vigilados.
Una noche en la que el guardia que la custodiaba se durmió, la joven princesa aprovechó para escapar, pero con tanta mala suerte, que una vez lo hizo, el guardia despertó y fue a capturarla.
Anahí, en el forcejeo para liberarse, logra tomar el cuchillo de su custodio y con el le da muerte. Al morir, el guardia profiere un grito de dolor lo suficientemente fuerte como para alertar al resto de los españoles, que inmediatamente salieron en búsqueda de la fugitiva, para finalmente encontrarla y condenarla a la hoguera.
Al día siguiente se hizo efectiva la sentencia, apilaron leña al rededor del viejo tronco de un árbol y sobre ella ataron a la joven. Pero al momento de prenderla fuego, parecía como si las llamas no la quisiesen tocar, no importaba cuanta leña agregasen los conquistadores, el fuego continuaba evitando a la joven.
 Las llamas crecieron hasta ocultar por completo a Anahí, fue en ese momento en el que algo mágico sucedió: el fuego, junto con el cuerpo de la niña comenzaron a unirse formando así un árbol, el primer árbol del Ceibo, con flores tan rojas como la sangre de la princesa ahora inmortalizada por la naturaleza, gracias a todo el amor que supo dar en vida a los que la rodeaban.

Flor del Ceibo





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