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viernes, 17 de noviembre de 2017

El cactus


Aino Capac (Águila jefe) era el curaca de los Omaguacas, quiénes  lo adoraban y obedecían con gusto, después de todo era un jefe comprensivo, justo, simpático, valiente y bastante atractivo, todas en el pueblo lo buscaban para emparejarse, sin embargo había un problema, Aino era muy tímido. Esto nunca fue problema para él, después de todo su territorio era un lugar muy fértil y próspero, un  verdadero paraíso. Tan maravillosas eran esas tierras que despertaban la envidia de los pueblos vecinos, que no resultaron tan favorecidos con el suelo. Hartos de tamaña "injusticia" deciden aliarse para conquistar el territorio Omaguaca.
En una reunión acordaron formar un ejército, inclusive decidieron  fecha y hora en la que atacarían, pero había un incoveniente: Aino Capac, el valiente curaca no sólo era gentil, si no que también un gran estratega y con seguridad llevaría a su pueblo hacia la victoria. Para  neutralizar esta amenaza buscaron a la doncella mas bella de todos lo pueblos: el objetivo era distraer al jefe Omaguaca. Tras una muy ardua búsqueda lograron dar con ellas, quién gustosa aceptó participar en la conquista.
El día acordado, la doncella baj a pueblo Omaguaca y solicitó hablar con el curaca, Luego de muchas idas y vueltas, por fin pudo encontrarse cara a cara con él y dar inicio al plan. Según lo pactado distrajo al jefe por horas, dando tiempo para que el ejército se aliste en las afueras.
Una vez que todo estuvo listo,  les hizo y el ejército avanzó. No hubo mucho por hacer, desprevenidos los Omaguacas recibieron el golpe de improvisto, casi todo el pueblo murió como resultado de la batalla, no sin antes resistir con todas sus fuerzas. Devastado, el curaca maldijo a los guerreros enemigos antes de morir. Según su maldición nada de lo que sembraran daría frutos, de esta forma la tierra antes fértil y productiva se volvió arena, además les  juró que jamás abandonarían esa tierra.
Así sucedió, al día siguiente, cada uno de los Omaguacas muertos se convirtieron en la planta que puebla todo el lugar: el cactus. Por lo que sin importar cuanto intentaron, la tierra ahora era inútil, inservible para los deseos de los invasores que optaron por retirarse.
Ahora toda la quebrada está repleta de los cuerpos de los Omaguacas vueltos cactus, con un tronco repleto de espinas que aseguran que nadie nunca mas intente tomar esas tierras. Por las noches florecen, y hay quiénes dicen estas flores son las almas de los guerreros que salen a vigilar sus tierras.

     Cactus florecido



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