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Clitia, fundiéndose en girasoles |
Helios (el Sol), recorría el cosmos en una cuadriga y de estos viajes surgió su sabiduría, la que muchos dioses aprovecharon. Entre ellos estaba Hefesto, quién gracias a Helios se enteró que su esposa Afrodita lo engañaba con Ares. Esta última en venganza decide hacer que Sol se enamore profundamente de Leucótoe y a la vez hacer que Clitia se cautive enormemente por él.
Disfrazado de la madre de las ninfas, Helios entró a lo aposentos de Leucótoe cada noche, la ninfa al enterarse de quién era este accedió a los deseos del Sol. Esto se repitió durante todas las noches, hasta que llegó a los oídos de Clitia, quién celosa y dolida le cuenta todo a su padre. Este no tarda en tomar cartas en el asunto enterrando a Leucótoe viva. Ni siquiera el Sol pudo salvar a su amada de tal castigo, y en consecuencia expresó su odio e ira contra la hermana de su ahora difunta pasión.
Clitia, cayó en un estado de profunda debilidad, se negaba a comer y beber, y desde la ventana de sus aposentos observaba con pesar a su amado brillar.
De a poco el torso y piernas de la ninfa comenzaron a fundirse con el suelo, y su largo cabello comezó a formar los pétalos de una llamativa flor, que en honor al intenso amor que sentía Clitia por Helios, sigue dirigiendo sus pétalos hacía la luz de su inalcanzable amor.
No nos ha ayudado a entender el mito
ResponderBorrarBuen mito
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